17/10/08 sesión golfa por Iván Trash  

Iván Trash nos va a comentar regularmete sobre los próximos estrenos de cine.

 

Camino

Puntuación: 2 estrellas

CaminoProduce auténtico pavor que de vez en cuando te recuerden que hay en nuestra sociedad, conviviendo entre nosotros, fanáticos que entienden su vida como un constante martirio, como una lenta agonía en busca de una salvación eterna. Y se queda uno perplejo ante la voluntad de unas personas que convierten la enfermedad en un tormento bíblico, en una expiación del pecado universal, en una despiadada estrategia comercial para seguir ganando adeptos para su negocio.
Y un escalofrío recorre el cuerpo al descubrir que esos fotogramas se nutren –con escasa fidelidad a la realidad, según la familia en la que se inspiró Javier Fesser- en el caso de una niña en proceso de beatificación por haber acogido a la muerte con serenidad, rectitud y felicidad, con sobrenatural sacrificio para que el resto del populacho aprenda a sobrellevar la penitencia de vivir y depure su alma mediante oración, fe y pleitesía a un ser superior.
Esa niña se llama Camino y tiene 11 años cuando descubre el amor y la muerte al mismo tiempo. Ha crecido con la culpa inculcada por su beata madre, escandalizada ante todo lo que no sea pureza espiritual y cumplimiento de los preceptos del Opus Dei; y con la piedad de un padre que encarna la duda y el amor infinito hacia su hija.
Este cuento melodramático que hadirigido Javier Fesser provoca angustia y terror en sus injustificadas dos horazas y media de metraje a medida que penetras en el fanatismo de sus protagonistas. Fesser se esfuerza en conmover y atrapar al espectador gracias a la increíble interpretación de la pequeña Nerea Camacho y un poderoso reparto en el que destaca Carmen Elías, que imprime autenticidad y hondura al personaje de la madre.
Pero equivoca la forma al apoyarse más de la cuenta en los sueños y pesadillas de la niña, en la contraposición permanente de las dos realidades que habitan en su interior, en el clásico truco de la banda sonora, en la sensacionalismo con el que se narran las dos operaciones o en el pasote lírico de un desenlace demasiado estirado.

Lo mejor: El tramo medio, muy superior al resto de la película.

Lo peor: El abuso del lirismo y la indisimulada intención de conmover desde el mismo cartel, que evoca a Mar adentro.


Quemar después de leer

Puntuación: 3 estrellas

Quemar después de leerCuando aún pervive en nuestra memoria ese sombrío ejercicio de impotencia y violencia titulado No es país para viejos, los hermanos Coen regresan con una comedia negra con una caótica comedia coral, inconfundiblemente coeniana, excesiva por momentos, ambientada en el mundo del espionaje y protagonizada por perdedores incapaces de darse cuenta de que siempre serán unos estúpidos.
La trama se inicia cuando la trabajadora de un gimnasio encuentra por casualidad un disquete que contiene unas supuestamente interesantes memorias de un ex agente de la CIA, apartado del servicio por su afición a la botella. Angustiada por el deterioro de su físico al llegar a los 40, la mujer decide extorsionar al ex agente para sacarse el dinero con el que se pagará una salvadora operación de cirugía estética. El problema es que nada saldrá según lo planeado.
Concebida como un esperpéntico canto a la absurdez a partir de una trama realmente inexistente, Quemar después de leer contiene algunos gags muy elaborados frente a otros más superficiales que funcionan peor. La nueva cinta de los Coen no decepcionará a sus irredentos fans pero se antoja menos fresca e inteligente que Fargo, ejemplo perfecto de las claves del cine coeniano, y un puntito por debajo de El gran Lebowsky o Crueldad intolerable, con las que guarda numerosos paralelismos narrativos.
Como siempre sucede en la filmografía de los Coen, las interpretaciones rozan la perfección, destacando esta vez el espléndido trabajo de una Frances McDormand en un papel hecho a su medida y a la que hace mucho tiempo que no veíamos tan desenvuelta y cómoda. Pero no hay que perder tampoco de vista la frustración y los ataques de ira del personaje de John Malkovich, la estulticia juvenil de un desenfadado Brad Pitt, los tics y obsesiones del ‘ligón’ encarnado por George Clooney y la altivez y frialdad de la mujer a la que da vida Tilda Swinton.

Lo mejor: Descubrir que el guión encierra una trama realmente inexistente.

Lo peor: La lejanía emocional que provocan algunos personajes.


Max Payne

Puntuación: 0

Max PayneImagino que conducido por esa virtud tan humana de ganar pasta para sobrevivir, Mark Wahlberg persiste en dar una de cal y otra de arena en su carrera cinematográfica. Lo mismo te entrega Infiltrados que Shooter: El tirador, que memeces integrales como este Max Payne, dicen que adaptación de un videojuego sobre un detective torturado desde el asesinato de su mujer y su hijo.
Desde su oficina de casos abiertos, Payne no duerme por la noche para descubrir a los asesinos de su familia, unos yonkis sin escrúpulos que actuaron impulsados por una eficaz droga que les produce una furia letal y visiones aterradoras de diablos voladores negros.
Cuesta mucho encontrar emoción, interés o empatía en esta historieta pretendidamente estilosa, gótica, efectista, que intenta evocar las claves visuales de cintas como Matrix. No creo que ni los fans del cine de entretenimiento le encuentren gracia a este thriller al que se le ve venir a la legua y que ni siquiera saca partido a esos diablos que arrojan almas al infierno.

Lo mejor: La fotografía, por decir algo.

Lo peor: Evidentes caídas de ritmo, sobre todo en su tramo final.


Asesinato justo

Puntuación: 0

Asesinato justoA estas alturas, dos colosos de la interpretación como Robert de Niro y Al Pacino poco tienen que demostrar. Su filmografía está repleta de algunas de las obras maestras más inmortales del cine reciente. Pero muy mal debe andar la cosa por Hollywood cuando los únicos papeles que les conceden en su ocaso se enmarcan en proyectos tan mediocres como Una terapia peligrosa (De Niro) o 88 minutos (Pacino) y ambos deben refugiarse en proyectos personales en cine o teatro para demostrar que continúan siendo los más grandes.
Un nuevo ejemplo de ello es Asesinato justo, un thriller de medio pelo que no aporta nada al género y que parece que ambos actores han rodado más por ganas de unir sus rostros a un proyecto común que por la calidad de un guión arquetípico, superficial y pobre.
Esta es la clase de película que en el primer minuto de filmación destapa todas sus cartas, convirtiendo el resto del metraje en una sucesión de secuencias cuyo final es previsible incluso para el espectador más despistado. Es la historia de dos policías de Nueva York que, justo antes de jubilarse, deben descubrir al asesino que está matando a otros criminales cuyas andanzas fueron investigadas en su momento por la pareja de veteranos detectives.
Estructurada en torno a un largo flashback que nos permite ir descubriendo a los dos personajes centrales, nada en Asesinato justo respira profundidad, intriga o interés. En definitiva, no hay rastro de buen cine.
Estoy seguro de que ambos actores han disfrutado enormemente de la posibilidad de trabajar juntos y de que Jon Avnet, director que vive de las rentas creativas de cintas como…, ha disfrutado mucho dirigiendo a estos dos animales de la pantalla. Pero Asesinato justo es un olvidable thriller y un injusto reencuentro para dos actores a los que se deseaba ver juntos en pantalla desde hace mucho tiempo. Recordemos que su única participación conjunta hasta la fecha había sido en la intensa y estilosa Heat, aunque en aquella ocasión Michael Mann se vio obligado a enfrentar a los dos actores en un plano contra plano que evitaba que ambos compartieran un solo celuloide a la vez.

Lo mejor: El duelo interpretativo entre Pacino y De Niro.

Lo peor: Un guión previsible, tópico y anodino.


La conspiración del pánico

Puntuación: 1 estrella

La conspiración del pánicoDecía Alfred Hitchcock que si a los guiones hubiera que pedirles verosimilitud todo el tiempo, el cine dejaría simplemente de existir. Es cierto que debemos otorgar algunas licencias al cine, que el azar, el destino, la incoherencia y la suerte también forman parte ineludible del ser humano en la vida real. Pero no deber ser la excusa para que ciertas películas como La conspiración del pánico, hagan de la del imposible permanente la excusa ideal para sustentar su trama.
Lo que sucede con La conspiración del pánico es que, desde el primer momento en el que los personajes interpretados por Shia Labeouf y Michelle Monaghan comienan a sentir el peligro, todo se torna difícilmente explicable, tan frágil que cuesta mucho creerse el resto de metraje. Y no tienes otro remedio que dejarte llevar por la acción, disfrutar del artificio con la mente plana.
En este thriller repleto de acción y diálogos huecos, el director David J. Caruso persiste en su interés por revisitar las claves cinematográficas de Alfred Hitchcock. Si Disturbia era un remake moderno de La ventana indiscreta, su nueva producción –nuevamente bajo el brazo financiero de Steven Spielberg- es una mezcla de El hombre que sabía demasiado y Con la muerte en los talones protagonizada por el clásico inocente que se ve envuelto en una oscura conspiración, un ‘mcguffin’ que, al igual que le sucedía a Hitchcock, sirve para hablar de la crisis identitaria del personaje central.El protagonista es Jerry Saw, un joven que se ve envuelto en una compleja trama que le lleva a cometer actos terroristas para cumplir extrañas misiones que le permitan sobrevivir. A Saw le acompaña otra joven cuyo hijo ha sido secuestrado. La cinta sólo entretiene por momentos, porque la mayor parte del tiempo te da igual lo que les suceda a unos personajes tan poco eficaces como planos.

Lo mejor: Como buen producto Hollywood, las escenas de acción son vibrantes.
Lo peor: El guión no está a la altura de los clásicos a los que pretende emular.


Vicky Cristina Barcelona

Puntuación: 2,5 estrellas

Vicky Cristina BarcelonaAunque cuenta con momentos ingeniosos y francamente divertidos, Vicky Cristina Barcelona es una comedia efervescente pero muy ligera, una obra menor dentro de la filmografía de un cineasta que cada año cumple con el ritual de entregarnos una nueva película sospecho que para autoanalizarse mejor a sí mismo.
Como ya pasó con El sueño de Casandra, estamos ante un trabajo tremendante impersonal, casi rutinario, ante una “carta de amor a la ciudad de Barcelona” a medio camino referencial del cine de Eric Rohmer y las claves estéticas y coloristas de Pedro Almodóvar.
La narrativa de Woody Allen se percibe exclusivamente en algunos diálogos y en la aparición de sus cuatro grandes líneas temáticas. Esto es, las convenciones sociales, el paso del tiempo, el sexo y el amor. Los fans de este director tan querido como denostado seguro que la disfrutarán, aunque apenas haya rastros identificativos que evidencien su autoría. De hecho, Vicky Cristina Barcelona en una película que podría haber sido rodada por cualquier otro autor sin que la diferencia hubiera sido notable.
La historia narra el viaje interior y la caída de los cimientos morales de dos turistas norteamericanas durante un apasionado y enrevesado verano en la ciudad de Barcelona, aunque Allen haya hecho piruetas para retratar fugazmente el Oviedo que tanto le entusiasma.
Las protagonistas a las que hace referencia el título son Vicky, una joven calculadora, previsora y cauta que acude a Barcelona a realizar estudios sobre la “identidad catalana” y su amiga Cristina, una antítesis inconformista, descarada y aventurera. Ambas caen en las redes amatorias de Juan Antonio, un pintor bohemio que acaba de divorciarse bruscamente de la temperamental María Elena.
El cuadrilátero sentimental es la excusa que utiliza Allen para realizar un recorrido monumental por la ciuda de Barcelona, de la que se ha enamorado tanto que los tópicos más fantasiosos, bohemios y ‘typical spanish’ se apoderan de un guión en el que los hombres españoles se retratan como apasionados y seductores y las mujeres como viscerales y neuróticas.
Por debajo de esta historia de amores y ocultamientos en clave de comedia, subyace un evidente tono pesimista y melancólico cuyas emociones casi nunca traspasan la pantalla más allá de algunos fugaces momentos.
Demostrando una vez más sus magníficas cualidades en la dirección de actores, Allen saca todo el potencial interpretativo de Javier Bardem, Scarlett Johansson y Penélope Cruz, actores que demuestran que con capaces de dar mucho de sí mismos cuando encuentran un proyecto a su medida. Aunque en el caso de la actriz madrileña hubiera sido deseable que su personaje fuera algo más comedido en el histrionismo del que hace uso. Una última advertencia: Acudid a verla en versión original. Gran parte de la comicidad se sustenta en juegos lingüísticos que desaparecen por completo en una versión doblada en la que, por cierto, no han intervenido Bardem y Cruz.

Lo mejor: El reparto interpretativo.

Lo peor: Los numerosos tópicos, con concierto de guitarra flamenca incluido.


El niño con el pijama de rayas

Puntuación: 1 estrella

El niño con el pijama de rayasMuy diversos y aterradores han sido los acercamientos que el cine ha realizado a uno de los mayores horrores de la Humanidad: el terror y la miseria de los campos de concentración nazi. Hace unos años, causó sorpresa y emoción el que el director italiano Roberto Benigni realizaba en la emocionante y optimista La vida es bella, en la que apelaba a la inocencia infantil para esquivar el horror y la acechante tragedia de un campo de concentración.
El niño con el pijama de rayas, adaptación cinematográfica de un best-seller del novelista irlandés John Boyne, repite la misma fórmula. De nuevo se reclama al espectador una mirada inocente para acercarse a la historia de amistad que surge entre Bruno, el hijo pequeño de un oficial nazi, y Shmuel, un niño judío recluido en el campo de concentración de Auchswitz. Ambos están separados por una verja electrificada pero unidos por una ingenuidad que les impide percatarse del horror que acontece a su alrededor, en una metafórica advertencia a que los ciudadanos abran los ojos y se impliquen en los problemas de la época que les ha tocado vivir.
Pero lo que en la cinta de Benigni era inteligencia y riesgo, en El niño con el pijama de rayas es linealidad y lugares comunes. Buena parte de la responsabilidad recae en su director, Mark Herman, que ha rodado una película anodina, fría, previsible que atufa a telefilm de sobremesa dominical, que en ningún momento te emociona o te revuelve en la butaca ante ese final que prevés desde muchos minutos antes.
La novelita de Boyne, que ha seducido a millones de personas en todo el mundo, no era desde luego un dechado de virtudes literarias. Pero hubiera sido deseable que su adaptación al cine manejara con mayor solvencia los diferentes recursos dramáticos de la historia; o que al menos evitara caer en la inverosimilitud con que se resolvían en el libro algunas situaciones. De hecho, es mejor no plantearse muchas preguntas a la salida de su visionado, porque cuesta mucho creer, por ejemplo, la facilidad con la que se burla la seguridad en el muy vigilado campo de concentración de Auchswitz.
A quienes tanto disfrutaran con la novelita, El niño con el pijama de rayas les emocionará y gustará. Al resto, sólo le conmoverán ciertos momentos que su autor se esfuerza en subrayar mediante planos estilosos o la clásica triquiñuela de la banda sonora.
Del reparto cabe destacar el trabajo de la siempre efectiva Vera Farmiga en el papel de madre de Bruno y el excelente trabajo de los dos niños protagonistas. Su esfuerzo hace olvidar la pobrísima dirección artística y unos personajes estereotipados y maniqueos.

Lo mejor: El trabajo de ambos niños protagonistas.

Lo peor: La pobrísima dirección y un guión superficial y previsible

 

 

 

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