Con diez
años de retraso, y no por culpa de sus responsables, llega el proyecto que por
entonces bullía en las cabezas de Alaska y Nacho Canut: Un doble Cd
recopilatorio con los temas, rarezas, remezclas y remixes que se crearon en la
etapa más vulcaniana de Fangoria y que tuvo como resultado la trilogía de “Un
día cualquiera en Vulcano”.
En formato doble DigiPack y con el atractivo añadido de los vídeos de esa época
(Sálvame, Sálvame-versión líquida-, El dinero no es nuestro dios y En la
disneylandia del amor) la edición de este disco es importante no sólo por su
contenido sino porque con él se inicia una nueva relación discográfica entre
Fangoria y DRO.
Ambas partes han decidido regalar este bombón-vulcano-sonoro que servirá de
aperitivo hasta el mes de abril, momento en el que se publicará el nuevo disco
de Fangoria.
Mientras tanto, nadie mejor que Fangoria para que, en sus propias palabras,
hablen de esta revisitación al universo Vulcano:
“En realidad este doble CD tenía que haber salido hace diez años. Teníamos
nuestro propio estudio de grabación, Vulcano, en un garaje, y pasábamos unas
doce horas diarias metidos allí, junto con Big Toxic, Danny Hyde y multitud de
ordenadores, samplers, secuenciadores y sintetizadores. Aprovechando esta
circunstancia quisimos recoger de alguna manera lo que íbamos haciendo cada día,
ir sacando a la luz las canciones según las íbamos construyendo. Por eso las
editábamos en formato E.P., en bloques de cinco o seis canciones más algunas
remezclas. Debían salir cada cierto tiempo, se suponía que debíamos publicar un
E.P. cada seis meses y al cabo de tres discos haríamos un CD con las canciones y
otro con una selección de remezclas. Evidentemente, la realidad desbarató
nuestros planes. No sólo tuvimos que dejar espacios de muchos más meses entre
cada disco, sino que ni siquiera pudimos editar ese CD final que compilaba la
trilogía de los E.P. de “Un día cualquiera en Vulcano. El “1.0” salió en 1992,
el “2.0” en 1993 y no pudimos sacar el “3.0” hasta 1995. La lentitud no se debió
a nuestro ritmo de trabajo, estábamos en una época muy creativa y emocionante,
casi cada mes descubríamos máquinas nuevas (aprendíamos a utilizarlas sobre la
marcha), estilos musicales apetecibles y formas de trabajar que hasta entonces
desconocíamos. Pero no contábamos con la indiferencia de la industria
discográfica, los medios de comunicación y el público. Ni a la industria, ni a
los periodistas ni a la gente, exceptuando un grupo de fieles fans fatales, les
importaban lo más mínimo nuestros experimentos en Vulcano, que por cierto se
iban volviendo más abstractos según avanzaba la saga. Si bien es verdad que
nunca llegamos a abandonar del todo el formato de canción pop, porque eso nos
resulta imposible, los desarrollos instrumentales cada vez fueron haciéndose más
largos y llegamos a prescindir totalmente de la voz. Para nosotros fue un
período de aprendizaje, nos volvimos totalmente independientes y pagamos un
precio muy alto por ello, pero valió la pena. Todos los que pasamos un día
cualquiera en Vulcano salimos de allí con profesiones nuevas (Cdjs,
remezcladores, productores, editores de fanzines, directores de videos,
maquetadores de revistas, estilistas). Dimos el salto del Atari al Mac,
absorbimos enormes dosis de paciencia y escepticismo y grabamos las canciones
que componen el CD que ahora, diez años después de lo previsto, tienes en tus
manos.
Hace diez años éramos marcianos en un planeta desconocido. No pudimos contagiar
nuestro entusiasmo, y no fue por falta de empeño. Además de la edición de los
discos de Fangoria hicimos un montón de remezclas, creamos una productora de
video y escribimos guiones para televisión. Pero estábamos en tierra de nadie.
Los grupos que hacían música electrónica renegaban del pop, de las melodías y de
las letras, así que les resultábamos unas antiguas ochenteras. Además nos
empeñábamos en no desterrar las guitarras distorsionadas propias del Glam y del
Heavy Metal de peor factura. Y qué decir del horroroso aluvión de grupos de rock
cantando en pseudo inglés, que nos miraban por encima del hombro por escribir
letras en español. La determinación nunca nos abandonó, y organizábamos una
noche semanal en la sala Morocco, Expandelia, con conciertos de los grupos
electrónicos del momento, desde Big Toxic a Family (por cierto que en nuestro
estudio de Vulcano grabó Family su único disco), pasando por Madelman o Space
Cream, pero casi no iba nadie.
La presentación de “Un día cualquiera en Vulcano 3.0” coincidió con nuestro
primer concierto en el Sónar, en 1995. Llevábamos cuatro años sin tocar fuera de
Madrid y sólo lo hacíamos en la fiesta de Halloween o en las convenciones del
Club Fan Fatal, para un número muy reducido de fans fatales. No sé por qué
aceptamos hacer el concierto, y además precediendo a Orbital, si tenemos en
cuenta nuestro proverbial pesimismo. Seguro que pensábamos que todo nos iba a
salir mal, que era horrible volver a tocar en un espacio tan grande y que no le
íbamos a gustar a nadie. Pero fue al contrario. Nos lo pasamos tan bien (como
siempre que tocamos en Barcelona) que decidimos volver a hacer conciertos con
mayor asiduidad, y así ha sido hasta llegar a este ritmo casi frenético en el
que estamos envueltos actualmente.
Los años que recogen nuestro trabajo en Vulcano fueron los más difíciles por los
que hemos pasado. Pero mentiríamos si dijéramos que no fueron también
increíblemente felices y enriquecedores. Salimos de esa etapa con una insultante
seguridad en nosotros mismos, porque ahora sabemos que podemos sobrevivir en
cualquier circunstancia. También sabemos que las situaciones son cíclicas, así
que siempre estamos tan preparados para un nuevo éxito como para un nuevo
descalabro, ya que la realidad está ahí fuera, y no depende de nosotros que se
ajuste a lo que queremos hacer en cada momento, aunque a veces aún bailemos bajo
la nieve en la Transilvania Transexual en compañía de nuestro leño, que todavía
tiene algunas cosas que decir al respecto.”
FANGORIA. Diciembre 2003.