Tres años después de su fabuloso álbum de debut, el dúo madrileño Bla, o lo que es lo mismo, Belén Chanes y Luis G. Morais, reactivan su proyecto personal y paralelo a LKAN para publicar “La falta básica” (Elefant / 2013), con una gratificante giro hacia un sonido más technopop bailable, elaborado y reflexivo (curiosamente, un género por el que no se desviven a la hora de pinchar ni de concertar las programaciones de sus salas), e interesantes planteamientos temáticos menos intimistas que no ocultan sus inquietudes ante la grave situación actual.
El álbum apuesta por un inicio intenso con “Para otros soy otra cosa”, cotidianismo meditabundo en torno a la multitud de percepciones con que nos ven las personas con las que nos relacionamos en nuestro entorno, que nos transporta, no sin cierta nostalgia, a algunos de los momentos más brillantes y entrañables de LKAN. Un sonido technopop enérgico, divertido y bailable que también está muy presente en canciones sobre aflicciones personales como “Entrenadora de penas”, o vitalistas como “Canción de amor para gente odiosa”. Me pregunto si habrá llegado el momento de que el dúo recupere en su repertorio la olvidada joya electropop “Canción que no llegó a serlo” que cerraba su álbum de debut.
Pero sin duda el tema central y más especial del álbum es “Los siervos de la Gleba” que, con un atractivo cocktail de ukelele y teclados, reivindica la fuerza del amor como válvula de escape en tiempos de crisis, utilizando el trasfondo de la sociedad medieval para enarbolar una ácida e inteligente denuncia sobre la imperante dictadura de los poderes financieros y el asfixiante austericidio que nos conduce a situaciones de explotación laboral y social, dejando en el aire la inquietante reflexión de que no estamos tan alejados de épocas pretéritas que creíamos superadas. En la misma línea de denuncia social pero con tintes más livianos y conformistas, se inscribe“Himno reaccionario”, donde reaparecen los teclados ochenteros de marcado carácter épico, con reminiscencias al Dúo Dinámico. En “El problema de ser un problema”, con la estimulante frescura de esos aires punk-pop, realizan una autocrítica franca y natural sobre el reconocimiento de los propios errores como principal punto de partida para mejorar en la vida.
El satisfactorio nivel de estos temas deja entrever algunos momentos más intimistas no tan convincentes. Así, las difusas divagaciones sobre la apatía y el vacío existencial en “Ni hablar del sol”, la aparente intrascendencia de“Historia de un árbol y sus habitantes” o la pueril envoltura sonora de “Me gustaría que te llamaras Olivier”, sin que tampoco entusiasme la versión de Bertrand Burgalat de “Mon Petit Ami”, más allá de poner el contrapunto idomático al final del disco. Lo que hace pensar que quizás podrían haber valorado la alternativa de entregar en su lugar un EP impecable de 6 temas.
En cualquier caso, la vuelta al peculiar sonido technopop de chispeante jovialidad más propio de los inicios de LKAN, pero con las valiosas connotaciones sociales y las originales reflexiones existenciales de su particular visión de la realidad nos hace valorar aún más a un dúo que sorprende en cada nuevo trabajo, sin olvidar sus raíces, y que siguen siendo capaces como nadie de divertirnos y hacernos bailar, reír y pensar al mismo tiempo. Porque ellos siempre han sido “otra cosa”.
