Con un título que parece reservado al próximo disco de La Bien Querida, Algora publica su tercer álbum “Verbena” (El Genio Equivocado / 2013) cambiando de sello y abriéndose a nuevos planteamientos temáticos. Y es que la intencionalidad del título parece casi buscada al comprobar que la sencillez costumbrista y el atrevido intimismo de la bilbaína se ha apoderado de la forma de componer letras de este peculiar artista, desprendiéndose del bizarrismo y la complejidad cuasi surrealista que dominaba gran parte de “Galimatías”. Aunque parecía que “El cadáver copulador”, su EP electrónico instrumental de carácter experimental con el que amenizó la espera de “Verbena”, anticipaba una vuelta a las bases y programaciones de su álbum de debut, comprobamos que el sonido acústico sigue imperando en este nuevo disco, por más que nos regale algunos cortes electrónicos que intentan estar a la altura de sus inicios.
Predominan en el álbum baladas y tiempos pausados de gran valor lírico y profundidad temática, donde cobra gran fuerza la cautivadora voz de Víctor. Una fuerte inspiración poética impregna el trasfondo afectivo de “El Nogal”, el tierno costumbrismo de “Cipriana”, reforzado con los bellos arreglos de cuerda del final, o el emocionante viaje intrauterino de un feto antes de nacer de “Nutrias”. El lado más cotidiano se revela en la melódica “Big Mac drama”, ingeniosa estampa del joven ahogado en su rutina mientras espera que se cumplan sus sueños, o en la amargura autodestructiva de“Muerdealmohadas”, que desgrana el crudo retrato de una relación alienante basada en la atracción y en la dependencia emocional.
Algunos temas más guitarreros aportan cierta frescura entre tanta balada, como la soberbia “Terrorismo”, con deliciosos aires a The Cure y a Los Planetas, que refleja ese estado de crispada indignación que invade actualmente nuestra sociedad. También merece destacarse “Monty Clift” un plácido y nostálgico medio tiempo con guiños a New Order, o el estribillo de“No bailes”, que viene a salvar un discutible primer single, a la vista del abundante material con el que contaba para haber inaugurado el disco. Sin embargo, la dispersión melódica y la recreación en la laxitud arruina temas con cierta vocación de relleno como “Aplastado por el gogó” o “Cómo construir un melocotón gigante” que por momentos hacen acusar la sensación de excesiva duración del álbum.
Y entrando en la escasa aunque estimable cuota electrónica del álbum, encontramos “Bruno el Oso” con una base minimalista que envuelve la contenida jovialidad que destila el estribillo, mientras que en “Mi vida con Tricky”, resuenan detalles de los primeros Blur, en un tema que parece reivindicar con ironía la libertad de elección de pareja. El acusado sonido acústico de “Verbena” y la escrupulosa alternancia entre los tiempos pausados y los más movidos se antoja algo premeditada cuando, al acercarnos al final del álbum, todo parece fluir hacia un brillante broche con“La era punk”, de letra conmovedora y un calculado crecimiento, que se deja escuchar, sentir y bailar con devoción para dejarse llevar por esa sensación de pertenencia generacional que hace de este himno uno de los temas más emblemáticos y arrebatadores de su discografía.
El intenso lirismo de las baladas que Víctor sigue manejando a la perfección, la apertura hacia temas más cotidianos y sociales, abordados con insólita crudeza y originalidad, y el asombroso desenvolvimiento en los registros bailables y electrónicos hace de “Verbena” un álbum que cumple las expectativas depositadas en Algora, consolidándole como uno de los artistas nacionales más personales e imprescindibles del panorama indie, dejando en el aire la evolución del sonido de sus futuras entregas.
Algora – «La era punk» vídeo
Algora – «Terrorismo» vídeo
